YO

Mi nombre es Hunter Headen. Eh vivido mi vida enserado intentando mezclarme en una sociedad consumista. Imitando a los demás seres que me rodean, camuflándome.

Pero un día mi ser interior, que había estado atrapado por años, salió a luz, obligándome a ser quien en realidad soy.

Te invito a leer mi diario... Soy Hunter Headen y soy un asesino.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La primer noche.


Lo recuerdo como si fuera ayer. Aún extrañado por estar allí, decidí dejar que me lleven a cenar. La enfermera me dirigió al comedor a través de un pasillo largo y no muy iluminado. No pude dejar de mirar al costado en ningún momento, allí se encontraban todos los cuartos de los pacientes. No me extraño ver que algunas puertas estuvieran protegidas por rejas.

-¿Esas personas nunca salen de ahí? – pregunté, intentando ser amable.
-No.

No volví a hablarle, tal vez quería estar en silencio. Eso me recordó a mi mismo.

Nos detuvimos al llegar al gran comedor, a mi izquierda se encontraban las ventanas donde 5 mujeres un tanto desagradables servían la comida. A la derecha se extendía un centenar de mesas, separadas a la mitad por una especie de reja. Los que se sentaban al otro lado, iban vestidos de blanco y comían en un total silencio. 

-Eh, tu! Decídete.

Escuche un grito y gire mi cabeza hacia las ventanas, una mujer gorda y desprolija me hacia señas con una espátula en la mano. Me di cuenta de que era el último y me apure a tomar una bandeja de los estantes que estaban próximos a las ventanas.

-¿Que prefieres? – me pregunto mientras señalaba con la espátula una gran bandeja de lasaña y un enorme latón de guiso de lentejas.

Nunca me considere delicado para la comida, es más decir, la comida de la escuela militar no era para nada buena. Pero ese latón de guiso... no tengo palabras para describirlo, y la lasaña... a la lasaña se le caía el relleno por el costado y parecía...

-Quiero una manzana – creo que noto mi cara de asco.
-Haber cuanto te dura niño lindo – me respondió malhumorada casi tirando la manzana en mi bandeja.

¿niño lindo? Me pregunte mientras buscaba con la mirada una mesa vacía. 

Terminaba mi manzana cuando se abrió la gran puerta de golpe, y entraron 5guardias de seguridad. Un hombre de color, de casi dos metros de altura, tomaba del cuello a un muchacho pelirrojo de mi edad. Este ya estaba casi inconciente para cuando llegaron los guardias, quienes se llevaron al grandote. Casi de inmediato entro la enfermera con un asistente y subieron al muchacho a una camilla, la cual estaba gris de mugre, pero ya no me extraño.
Valla episodio para mi primer comida, pensé. Cuando decidí que ya era suficiente y me dispuse a levantar, note que dos hombres se acercaban. Uno de ellos era alto, aún mas que yo, de tes. un tanto morena y cabeza rasurada. El que lo acompañaba era mas bien bajo rubio y regordete, ambos rondaban los 30 años.
Desde luego no me intimidaron, eh visto cosas peores, pero despertaron mi curiosidad.

-Eres el nuevo? -pregunto el regordete sentándose de costado en la frente a  mi.
-Si. - me limite a contestar.

El grandullón me miraba fijo a los ojos, ¿querría intimidarme?, no lo hacia, pero en verdad me irritaba, nunca estuve acostumbrado a callar.

-Y de donde vienes? 
-No lo recuerdo. -respondí  nuevamente cortante.
-Que no lo recuerdas? -preguntó, fingiendo aguantar una asquerosa risa- oíste Bic? Dice que no lo recuerda. -dijo codeando al grandulón.

 A caso estaba borracho? Descarte esa posibilidad por el único motivo que no se permitía introducía alcohol, pero lo parecía. El grandote me miraba aún fijo a los ojos.

-No nos quieres preguntar nada? no sientes curiosidad por quienes somos? -me dijo mirándome con los ojos saltones.
-En absoluto. -le mentí, y me incorpore para dirigirme a la puerta.
 Al tomar el pestillo de la puerta aproveche para mirar a mi derecha, ambos me miraban, pero el regordete ya no tenia esa sonrisa patética, al contrario, ahora mostraba una cara de loco psicópata.

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