Mis pies aún se sentían helados... mis músculos agotados, llegue a pensar que me habían drogado con alguna especie de fármaco.
La voz a mis espaldas era masculina... algo aguda sin embargo, y con ese tono de... de psicópata!
-Quién eres? –pregunte relajando por fin mis músculos... no haría la misma pregunta tonta... “¿Por qué me tienes aquí?, ni suplicaría por mi vida... Sabia bien porqué estaba allí... y también sabía que no me dejaría ir.
La persona se acercó a mi con paso lento... como meditando y repensando cada movimiento. Pronto sentí una mano fría... helada que se deslizaba por mi cuello.
-Hermoso... -suspiró.
Mis ojos se abrieron, era mayor el asombro que el miedo, increíblemente, quede sin habla.
-Suave... pálida, pero a la vez... Fuerte -volvió a susurrar...
“No no no... esto no esta pasando” suplicaba para mis adentros... en verdad... prefiero morir.
Su mano aún se deslizaba por mi cuello, y amenazaba con bajar.
“Hunter, idiota... su intención es despellejarte”... la voz tenía toda la razón, en ese momento el psicópata se inclinó hacia mi, dejando su cara junto a la mía, y pude ver... como a mi derecha, subía lentamente un afilado bisturí en dirección a mi cuello.
En ese momento estaba nublado... mi mente estaba despojada de cualquier tipo de idea o pensamiento... parecía que me rendía en manos de otro asesino.
-si no vuelves... pronto iree..., a buscarte en donde estés... -comenzó a tararear en mis oídos, me parecía tan familiar...- adiós mamá... –claro que era familiar! El maldito estaba cantando la canción de mi madre.
Una extraña fuerza se apoderó de mi espíritu en ese momento. Me incliné hacia adelante lo más posible... para tomar impulso y golpear su frente con mi cabeza al volver atras. Él calló de espalda, dejando el bisturí caído en mi falda. Visto el panorama... solo tenía que recuperar una de mis manos... pero rápido!
Tenía que concentrarme en zafar, pero la agitada respiración del invecil al levantarse me distrajo cuando estaba a punto de liberarme. Pronto sentí que algo me agarraba el cuello y sofocaba, efectivamente... me estaba ahorcando con una especie de piola.
La falta de oxígeno hizo efecto a los pocos segundos, entorpeciendo mis movimientos... pero una de mis manos aún luchaba por desamarrarse... y lo conseguí. Casi instintivamente tomé el bisturí y corte la piola de mi cuello, y torpemente la que amarraba mi mano izquierda.
Cuando el psicópata se volvió a abalanzar hacia mi, lo esperaba un preciso bisturí que se hundió en su garganta. Bañándome en sangre sucia.
Corte la piola que envolvía mis pies, y al fin pude ver a mis espaldas… Una especie de estantería repleta de bollones, con tamaños y formas variadas, y que contenían diferentes partes de cuerpo humano.
El psicópata se extendía a mis pies, sobre un gran charco de sangre. Era un joven, eso explicaba su voz aguda…
Ese si que fue un mal día… de esos malos de verdad. Tuve que limpiar un gran charco de sucia sangre, y revisar toda la casa para asegurarme de que no quedaban rastros míos…
Debo ser mas cauteloso, decididamente.