YO

Mi nombre es Hunter Headen. Eh vivido mi vida enserado intentando mezclarme en una sociedad consumista. Imitando a los demás seres que me rodean, camuflándome.

Pero un día mi ser interior, que había estado atrapado por años, salió a luz, obligándome a ser quien en realidad soy.

Te invito a leer mi diario... Soy Hunter Headen y soy un asesino.

martes, 23 de noviembre de 2010

La voz...


-Hunter Headen … Hunter Headen!!…

Apenas veía mis pies, la oscuridad era absoluta. Caminaba, y caminaba. Yo quería correr pero mi cuerpo no podía… -Hunter Headen… Hunter Headen!! - denuevo esa voz, caminaba por el callejón escuro, yo solo… -Hunter Headen… Hunter Headen!!- denuevo esa voz… todo se movía, todo se tornaba borroso… -Hunter Headen…- la voz se acerca…

-Hunter Headen!

Me despertaron los golpes de la puerta. mi cama estaba empapada en sudor, ¿era un sueño? Se veía tan real… me levante a abrir la puerta.

-Chico, aquí te dejo las sabanas y toallas, solo por hoy, la próxima vez si no contestas a la primer llamada me iré!- me gruño.
-Bien, lo siento.

Volví a entrar a mi habitación, ya no aguantaba el dolor en mi cabeza. De repente vi al muchacho regordete de la noche anterior, con esa risa malévola en el rostro, se reflejaba en el espejo roto que colgaba en frente… ¿Qué quiere decir esto? ¿Es uno de los responsables de que yo este aquí?…

Seguía sentado en la cama cuando sonó la campana, lo que quería decir… hora de comer!
En realidad tenia hambre, pero me desagradaba comer ahí. Preferí caminar por el edificio sin rumbo definido…
Después de quince minutos de caminar en línea recta la luz comenzó a disminuir, ya no había ventanas ni cuartos, ya no había nada… era solo un pasillo angosto del cual no veía el fin. Dude un par de veces sobre continuar caminando o no… pero mi curiosidad me llevo a seguir.  Ya hacia media hora que caminaba, tal vez estaba rodeando el edificio.  Vi puertas a mi izquierda, eran cuartos deshabitados, o eso creí.
Camine un poco mas y me decidí a volver, al parecer no había nada fuera de lo común.

-Hunter Headen…

Era denuevo  esa voz, la voz de mi sueño. ¿en realidad me estoy volviendo loco?

-Hunter Headen…
-¿Quien SOS? Donde estas? -comencé a mirar a los lados, pero no veía a nadie.
-Sabes bien quien soy Hunter Headen.
-No lo se! Dímelo… no te tengo miedo.
-Si me temes, me temes mas que a nada Hunter…
-No te temo… quien eres?
-Me temes Hunter, me temes… temes estar enloqueciendo.

En ese momento mis piernas perdieron fuerza… todo mi cuerpo perdió fuerza y caí al suelo… solo podía oír la voz… -Me temes Hunter… temes estar enloqueciendo… enloqueciendo… estas enloqueciendo… me temes Hunter, porque soy tu.

lunes, 15 de noviembre de 2010

La primer noche.


Lo recuerdo como si fuera ayer. Aún extrañado por estar allí, decidí dejar que me lleven a cenar. La enfermera me dirigió al comedor a través de un pasillo largo y no muy iluminado. No pude dejar de mirar al costado en ningún momento, allí se encontraban todos los cuartos de los pacientes. No me extraño ver que algunas puertas estuvieran protegidas por rejas.

-¿Esas personas nunca salen de ahí? – pregunté, intentando ser amable.
-No.

No volví a hablarle, tal vez quería estar en silencio. Eso me recordó a mi mismo.

Nos detuvimos al llegar al gran comedor, a mi izquierda se encontraban las ventanas donde 5 mujeres un tanto desagradables servían la comida. A la derecha se extendía un centenar de mesas, separadas a la mitad por una especie de reja. Los que se sentaban al otro lado, iban vestidos de blanco y comían en un total silencio. 

-Eh, tu! Decídete.

Escuche un grito y gire mi cabeza hacia las ventanas, una mujer gorda y desprolija me hacia señas con una espátula en la mano. Me di cuenta de que era el último y me apure a tomar una bandeja de los estantes que estaban próximos a las ventanas.

-¿Que prefieres? – me pregunto mientras señalaba con la espátula una gran bandeja de lasaña y un enorme latón de guiso de lentejas.

Nunca me considere delicado para la comida, es más decir, la comida de la escuela militar no era para nada buena. Pero ese latón de guiso... no tengo palabras para describirlo, y la lasaña... a la lasaña se le caía el relleno por el costado y parecía...

-Quiero una manzana – creo que noto mi cara de asco.
-Haber cuanto te dura niño lindo – me respondió malhumorada casi tirando la manzana en mi bandeja.

¿niño lindo? Me pregunte mientras buscaba con la mirada una mesa vacía. 

Terminaba mi manzana cuando se abrió la gran puerta de golpe, y entraron 5guardias de seguridad. Un hombre de color, de casi dos metros de altura, tomaba del cuello a un muchacho pelirrojo de mi edad. Este ya estaba casi inconciente para cuando llegaron los guardias, quienes se llevaron al grandote. Casi de inmediato entro la enfermera con un asistente y subieron al muchacho a una camilla, la cual estaba gris de mugre, pero ya no me extraño.
Valla episodio para mi primer comida, pensé. Cuando decidí que ya era suficiente y me dispuse a levantar, note que dos hombres se acercaban. Uno de ellos era alto, aún mas que yo, de tes. un tanto morena y cabeza rasurada. El que lo acompañaba era mas bien bajo rubio y regordete, ambos rondaban los 30 años.
Desde luego no me intimidaron, eh visto cosas peores, pero despertaron mi curiosidad.

-Eres el nuevo? -pregunto el regordete sentándose de costado en la frente a  mi.
-Si. - me limite a contestar.

El grandullón me miraba fijo a los ojos, ¿querría intimidarme?, no lo hacia, pero en verdad me irritaba, nunca estuve acostumbrado a callar.

-Y de donde vienes? 
-No lo recuerdo. -respondí  nuevamente cortante.
-Que no lo recuerdas? -preguntó, fingiendo aguantar una asquerosa risa- oíste Bic? Dice que no lo recuerda. -dijo codeando al grandulón.

 A caso estaba borracho? Descarte esa posibilidad por el único motivo que no se permitía introducía alcohol, pero lo parecía. El grandote me miraba aún fijo a los ojos.

-No nos quieres preguntar nada? no sientes curiosidad por quienes somos? -me dijo mirándome con los ojos saltones.
-En absoluto. -le mentí, y me incorpore para dirigirme a la puerta.
 Al tomar el pestillo de la puerta aproveche para mirar a mi derecha, ambos me miraban, pero el regordete ya no tenia esa sonrisa patética, al contrario, ahora mostraba una cara de loco psicópata.

jueves, 4 de noviembre de 2010

MI NOMBRE ES HUNTER HEADEN



Primera parte


A veces siento que mi cabeza ya no forma parte de mi cuerpo… es mas, que ronda por lugares que desconozco. Aquella noche sucedía algo parecido.
Caminaba solo por el sucio callejón, cada paso me costaba la vida. Pronto comencé a ver que todo se nublaba y oscurecía, las cosas se movían de lugar, temblaban. Intente seguir. No recuerdo más…

Cuando abrí mis ojos me encontraba en este lugar, una especie de psiquiátrico que quiere aparentar ser otra cosa, donde todos decimos no estar locos, pero vemos sombras en medio de la soledad y escuchamos voces donde no las hay.
En el centro de rehabilitación “Summer Sun” somos muchos, pero el lugar es tan inmenso que parece desolado. A veces pienso en el nombre… sol de verano, y me parece ridículo, tal vez sea porque en esta parte de Dakota del norte nunca deja de llover. Y si hablamos del cartel de la entrada que comienza con “Centro de rehabilitación…”, aquí nadie conoce a alguien que haya salido.

No me preocupa el hecho de no poder salir y quedarme para siempre en este lugar, lo que me preocupa es quien me trajo y porque; aunque, no se porque pero… creo tener a las personas perfectas.
Cuando cumplí los dieciocho años entre a un centro militar como recluta, intente impresionar en la prueba de admisión, creo que no debí hacerlo. Al terminar las pruebas teóricas y practicas, un militar de alto grado me llamo aparte del resto de los aspirantes: “tenemos planes para ti”, luego me llevo a una oficina… puedo recordar el cuestionario, y la voz fría y grave con la que hablaba.

-¿Nombre?
-Mi nombre es Hunter Headen –respondí extrañado.
-¿edad?
-18 años.
-No necesito mas, sé que viniste queriendo llegar a ser militar, pero lo que te ofrezco es mucho mejor.


“¿mucho mejor?” me pregunte a mi mismo, me lo pregunte en ese momento, me lo pregunte cuando me entere de lo que se trataba, y me lo sigo preguntando aún, con la diferencia de que ahora si tengo una respuesta.
Se trataba de una agencia, que ya conocía, y estoy seguro de que cada uno de los trescientos millones de habitantes de los Estados Unidos la conoce.


-Entraras a la escuela militar, con la diferencia de que cuando te gradúes vendrás con nosotros.


No me entere de la verdad hasta que tres años después me gradué y me llevaron al lugar.
Me dejaron en la puerta, cuando baje de la camioneta, mi corazón volvió a su ritmo normal y me pregunte a mi mismo “¿tanta incógnita por esto?”…